“EL CHANTANSIAGO”, del libro Cuentos del Transantiago.

TEXTO ESCRITO EN EL AÑO 2008, tiempos en que se instaló el "TRANSANTIAGO" en nuestra Ciudad. Acontecimiento social traumático, a partir del cual se registraron historias de la vida real de las personas y se traspasaron a relatos escritos por las participantes del Taller "Vida & Poesía", que dirigía la poeta y escritora Flavia Alvares Ganem. Con la recopilación de estos textos, se publicó el libro "CUENTOS DEL TRANSANTIAGO"

"No saben na’ como le afectó este cuento a nuestro amigo. El patúo lo hacía antes de irse a una fiesta: se sentaba en el último asiento, con unas chelitas y se ponía a tomar. A veces hasta en la pisadera se iba. Era piola el loco, no hacía escándalo, a no ser que anduviera con amigos, ahí se ponían a cantar. No lo hacían na’ de mal, pero a mi me daba más vergüenza; no por mi, yo hacía mi trabajo no más. El medio show que hacían y la gente callaita, como son los santiaguinos. Al Tomy lo conocimos de cabro, todos los micreros que hacíamos la ruta. El rasta, que subía a las micros a hacer la previa, a prepararse pa’ llegar listo a la fiesta. Se subía el viernes y el sábado, incluso algunos días de semana; o de vuelta del carrete, en la mañana. Yo no hacía siempre ese recorrido, pero era parte de la copucha entre los conductores hablar del Tomy, del muchacho carretero que subía a tomar chela a la micro. Por eso fue tan terrible ese día. Era Febrero, justo cuando comenzó lo del Transantiago y casi no había nadie en la calle. Por eso echaron a andar el sistemita en esa fecha, pa’ que no hubiera tanta gente y empezar bien el año. Pero no fue así la cosa, porque en Marzo llegaron todos, los escolares, la gente que trabaja y el tumulto santiaguino. Ahí fue la locura. Al Tomy se lo llevaron al comienzo. No había nadie en la calle y él, como siempre, venía de un carrete. Llegó al paradero y ni se sorprendió cuando vio la micro distinta. No se si andaba informa’o el pobre, si tenía los pies bien puestos en la tierra, pa’ mi que ni tele veía. Se subió, como siempre, con sus chelitas. Esta vez no andaba solo. Subieron por atrás. Era de madrugada, la primera micro que pasaba. No había nadie arriba, entonce’ el chofer los cachó al tiro, les empezó a gritar, que se bajaran: “Oye gue’ones, no sean patúos, si esta no es su casa. Bájense”. No lo pescaron. Como estaban atrás y las micros son tan largas, mandaron al chofer a la chucha y el gue’on apagó la máquina, cerró las puertas, agarró un palo y les plantó unos cuantos en las costillas. Y pa’ bajo no má’. Con lo anestesia’os que estaban los cabros, el dolor ni se sintió. Justo en la calle andaban los pacos y los metieron al tiro a la cuca. Ahora la custión es así no ma’. En el TRANSANTIAGO ya no te podí’ ir tomando una chela, aunque vayai sin pelusiar. Tení’ que hacer la previa en tu casa o en la calle. Es más peligroso en la calle. Antes te demorabai una hora a un carrete, te alcanzabai a tomar un par de cervezas arriba y llegabai listo. Te bajabai al carrete y después viceversa, a la casa. Ahora llegai más tarde al carrete y te volví’ más tarde. Y, bueno, menos cocí’o. Me han conta’o que todavía andan algunas micros piratas por ahí y que los cabros igual se van rokanroleando arriba. Hay una amarilla que pasa como a las cinco de la mañana por Suecia, viene del Bella, acarrea toda la tracalá de borrachos y los pasa a dejar. Por eso me parece injusto lo que pasó con el pobre Tomy. Está claro que no se debe tomar en la micro, pero por más modernida’ que tengamos, no sacamos na’ si la gente se sigue entendiendo a palos. No se si el TRANSANTIAGO ayudará a ordenar un poco la cosa; solo se que nos quitaron a nuestro amigo, a quien conocimos de potrillo y siempre lo andamos recordando."

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